09 mayo 2008

AREQUIPA.- Entre Titanes




















AREQUIPA.- Entre el Chachani y el Misti

Estaba pensando en el titular de la etapa vivida y después de barajar otros me quedo con la estampa que nos ofrece los dos guardianes de Arequipa. Los Volcanes nevados del Chachani y Misti. El otro titular era, “niebla en el desierto” Pero no justificaba la emocionante llegada a Arequipa.

Salir de Tacna fue rápido, Roberto nos dio instrucciones precisas, de cómo se conduce en Perú, hay que actuar con decisión y energía, tocar la pita para que te vean y hacerte respetar, esta lección hay que afirmarla en Arequipa pues el tráfico es más denso e inquieto.

Es increíble pensar que entrar en Perú cambiaría el escenario del desierto, pero en realidad cobra más fuerza en ocasiones. La cantidad de Dunas y llanuras hace pensar que estamos en Mauritania, pero no en la desconocida Perú, la soledad de las tierras del sur y la monotonía de un paisaje sin vegetación deprime un poco el alma.

La carretera a veces está bien, a veces bacheada, desde luego no hay autopistas, son todas de doble carril, hacemos ráfagas de luces cuando vienen camiones de frente para mostrar nuestra presencia. Nos llama la atención antes de la aduana de Tomasiri, como la carretera cruzó un antiguo cementerio, dejando tumbas y cruces desiertas a ambos lados del camino.

Siempre que realizamos más de 100 kilómetros continuados, acabamos con las paradas forzosas, para recuperar la posición de la conducción. Asier que es mi pasajero va grabando el paisaje y la caravana de motos. Cruzamos el río Lacumbe con bastante caudal de agua, las curvas empiezan a ser la tónica en los cambios de nivel, muchos camiones pesados que tenemos que adelantar con raya continua.

Roberto nos confirmó, la extrema precaución en la conducción ya que en cualquier curva te puedes encontrar a los peruanos sin señalización arreglando la carretera. Estos chicos no se quieren mucho. Dejamos el cruce de Illo a la izquierda y nos adentramos en Moquegua,

Hay que comentar que los fértiles valles, van dando otra cara al desierto y el contraste de los campos verdes, llenos de hortalizas y vacas pastando, choca con las montañas secas y arenosas que salpican toda la geografía. El río Tambo nos va acercando a la ciudad blanca de Arequipa a la que ya adivinamos las torres nevadas del Chachani, Pichu pichu y Misty.

El color de la tierra es tosca blanca, la carretera empieza a congestionarse de camiones pesados, que circulan parados, hay que ir adelantando con mucho tacto, pues no están por la labor de parar, la raya continua es amarilla y esta de adorno para todos, hay que aprovechar hasta las pequeñas curvas con visibilidad para pasar a estos monstruos.

Entramos en Ayacucho, en el control fronterizo para los vehículos pesados, han dejado un carril para las motos colgando de la carretera en medio de la valla, hay que pasar con mucho cuidado para no arrancar las maletas, último tirón hasta Arequipa.

La antesala a esta inmensa ciudad, la segunda más grande del Perú es de postal, pues las cumbres de los volcanes. Se levantan más de tres mil metros encima de la ciudad, caos circulatorio, empezamos a tocar las bocinas en todos los cruces de calles, perros, personas, motos, hemos observado que aquí hay muchas motos,

La ciudad de Arequipa nos va descubriendo su antigüedad, su asentamiento y su actividad económica. El movimiento de tráfico, de taxis enanos amarillos, de carritos de helados, de una población bastante joven y dinámica. Llegar a nuestro hotel, situado en el corazón o costado de la plaza de armas nos llevó un rato, pero pronto paramos en la puerta entre pitas y apretones de tráfico para dejar las maletas y el material.

Hubo que aligerar para llevar las motos dos cuadras detrás a un aparcamiento privado, donde dormir tranquilos con nuestras compañeras de aventuras bajo tutela.

La plaza de Armas es monumental, muy activa, la catedral y el convento de Santa Catalina labrada con tosca blanca, da una dimensión artística y turística al corazón de esta ciudad increíblemente bella. Nuestro hotel Sonesta Posada del Inca, se encuentra en un lateral de la plaza y las vistas y atenciones son muy del agrado.

Nos sacudimos la ropa de la moto y pronto estamos yendo una pequeña comitiva compuesta por Merche, Elías, Benito y yo al colegio San Juan de la Salle, Allí nos esperaba el padre Jorge Ribera hermano de nuestro amigo Carlos, nos recibió con la dirección del colegio, y agradeció el esfuerzo que habíamos realizado para intentar llevar hasta allí la medicina.

Como sabemos que la Iglesia tiene muchos y buenos contactos en todo el país, se comprometió a mover sus amistades para intentar recuperar la medicina de la aduana, Nos alegro saber que ya nos conocía y había leído la aventura a través del blog. Tras unas fotos y unos abrazos, emprendemos el regreso al centro, con la conciencia un poco más tranquila.

Damos una vuelta por las adoquinadas cuadras del centro, el bullicio y el movimiento de gente es abundante, aprovechamos para mirar las tiendas y comprar algunos detalles a los nuestros, llamar por teléfono a España y tomarnos el pizco Sauer en las terrazas.

Quedamos a las siete para cenar y con caras de cansancio celebramos mi cumpleaños con tarta de chocolate peruano y un original regalo con historia para escribir aparte, de manos de Asier y Merche, para la galería del rincón viejas glorias.

Con más ganas de dormir que de seguir de fiesta, nos fuimos al hotel a descansar, en las terrazas se oían músicas de todos los estilos, en la del hotel además Actuaba algún doble de Camilo Sesto, que nos rememoraba los años setenta.

Me comentó Merche que en los carteles anunciaban la actuación en directo de Juan Bau y Dany Daniel esa misma noche en otra parte de la ciudad y es que por mucho Internet que tengamos y móviles de última generación la sociedad arequipeña, vive en los años setenta, la radio, la televisión y los comercios ayudan alimentar esta imagen.

La Etapa de mañana será dura. Nos esperan 600 kilómetros de altiplano, de cruzar cumbres heladas y valles angostos, esperamos que el espíritu del Inca, nos proteja y nos dé fuerzas para el viaje, hemos comprado la soroche pills, unas pastillas para el mal de altura, ahora nos vamos a doblar las carpetas, que empieza el otro baile. Se acaba el desierto.