07 mayo 2008

LAS DUNAS DEL PACIFICO








Dejamos San Pedro, a las nueve de la mañana, la noche estuvo bastante fría, encarrilamos al altiplano de nuevo pues debemos subir hasta los 3000 m. para cruzar esa parte de la meseta que nos lleva a Calama. Rectas interminables se suceden entre valles impresionantes de tamaño, aquí el color de la tierra es negro, es picón fino, la ceniza de los volcanes que arrastrado el viento cientos de kilómetros.

Calama es una ciudad industrial y minera con su propio aeropuerto, que mide el pulmón económico de esta parte del norte, su situación geográfica le hace cruce de caminos de muchas otras ciudades, en Chuquicamata, descubrimos la mano de los americanos para extraer la mina, han removido millones de toneladas de tierra, para convertir en gigantescas montañas de cientos de metros de altura.

Después de un paso de cordillera, empieza el descenso en línea recta por lo que se me antoja llamar el desierto de los Torreones, han ambos lados de la carretera nos acompañan cuatro filas de torreones eléctricos que cada 200 metros se multiplican por cinco. En casi doscientos kilómetros de descenso interminable.

Cada cruce de carretera se repite la misma estampa, señales que indican la reducción de velocidad y cuatro o cinco recuerdos de tumbas de que ha perdido la vida en esta carretera, apostadas en casetas decoradas con flores de papel y montón de decorados para las ánimas, de los que se fueron.

Después de María Elena nos metemos en un descenso fuerte con peligrosas curvas sin visibilidad y camiones que suben los puertos lentamente y cargados, una vieja locomotora sube la cuesta por el costado de la ladera, su comunicación enlaza las minas de estas gastadas montañas que huelen el mar, cercano.

Tocopilla. Delante de nosotros se nos presenta la ciudad de Tocopilla, barrios altos de maderas y calles sin arreglar, muchos coches y un poco de caos circulatorio, y peatonal.
El Pick up de Sonia, llega a la estación de reportaje, saliendo llamas de fuego, por los frenos delanteros, alarma y intento en vano de que funcione el extintor de la gasolinera, que no se acuerdan que había que revisarlo todos los años, al final solucionamos los pequeños desperfectos con agua y continuamos por la costa

Cobijados por la pared alta que nos va acompañar los 230 kilometros hasta Iquique, donde concluimos el final de la etapa, Punta guamillos, punta de Uros, paquita, Punta Arenas, cientos de nombres, nos enseñan los puntos costeros, de esta cara del pacífico, que nos va metiendo la humedad del mar en el rostro, el túnel de galleguillos acojona, pues las paredes internas no están recubiertas, y su tamaño viste la noche oscura.

Cuipana, San Marcos, Punta lobos, ahora cruzamos la desembocadura del río Loé, la pared de Risco que se acerca al mar y se aleja tiene por zonas más de 1000 m. de altura y conforman un murallón impenetrable hacia el interior del continente.


Las grandes playas empiezan a vestir la costa, el viento del océano no es muy agradable en esta época, pero el contraste de la cantidad de casetas de madera que salpican todas las playas, justifican un verano alegre, Ahora son kilómetros de dunas las que corren a ambos lados de la carretera, llegando al aeropuerto de Iquique, nos sorprende como la arena ha ido escalando la pared del risco y formando dunas que llegan hasta las cumbres

En muchos puntos es tan grande el grosor, que se levantan a más de quinientos metros y la dimensión vertical de la duna acongoja, los millones de kilos de arena que ha trasportado el viento a lo largo de los siglos hacen de la visión un dantesco espectáculo.

Iquique es una ciudad puerto Franco, tenemos que pasar aduanas en la entrada de la ciudad, torres de Edificios en medio de la cortina de humedad que levanta el océano pacifico nos va descubriendo una ciudad grande y turística, después de acomodarnos en el hotel, nos fuimos de paseo por la avenida, la noche llega a las 6 de la tarde y choca ver los trabajadores currando con luces

La ciudad se olvido las aceras, la infraestructura urbana da pena, caminamos cinco kilómetros para encontrar algún restaurante o bar de tapas donde cenar algo, una larga calle de edificios de madera de colores, nos antoja ciudad estudiantil, con paseo peatonal, muchos hostales y academias se rifan estos espacios, Nos merendamos unos crepes y montaditos y una ración de “Cristal” y ha desandar el camino para el descanso del día.

Mañana, entramos en Perú, antes, nos queda la propina del desierto de Atacama, 380 kilómetros de etapa, dejamos el pacifico, para descubrir otras formas de la cordillera, esperaba otra visión del océano pacífico, a veces bravo a veces tranquilo pero intenso y enigmático. El equipo esta respondiendo fantásticamente y a pesar de la monotonía de algunos tramos, estamos disfrutando de una aventura en moto diferente.

Esperamos llegar al norte, este desierto tan árido nos va mermando la visión y dejando una tediosa indiferencia, chile es tan largo como lo vemos en el mapa, no se acaba nunca, su único enemigo geográfico es Perú pues a sus espaldas la cordillera andina conforman un infranqueable bienestar con sus otros vecinos.