05 mayo 2008

ATACAMA. El desierto de Cristal








9 H. chilena.

Salimos del hotel en el primer contacto con las motos, para los que no acostumbramos a ir con maletas, esta primera novedad, nos condiciona a afinar el tacto y el paso.
La marca bávara inspira mucha confianza en cualquier motero del mundo, por ello la tranquilidad y fácil adaptación a las motos es el primer síntoma.

Pronto enfilamos al noroeste, en dirección a Calama, dejamos atrás Antofagasta, y nuestra primera parada fue ante el monolito el trópico de Capricornio, de ahí a Baquedano para tomar la pista que nos lleva por el desierto a San Pedro de Atacama.
Las pistas son de ripio, y detectamos que el único tráfico que mueve esta zona es el del transporte de minería.

Roberto marca un buen ritmo de crucero, con una media de 100 kilómetros horas. A la que se une la caravana sin mayores problemas, despues de rodar por las inmensas llanuras subiendo lentamente al desierto, descubrimos un paisaje árido y sobrecogedor, aquí no nace nada.

En estos parajes no tuvo Dios compasión y compró el diablo todas las tierras, La bocina de los camiones o las señales con las manos son muestras de simpatía a la que correspondemos como buenos visitantes. Pasando el cordón montañoso de Arana, y los llanos de la paciencia para descender de nuevo por el inmenso puerto de la cordillera de la sal.

Ahí se nos abre la visión del Salar de Atacama. Una enorme extensión de más de cincuenta kilómetros de ancho, que parece nieve solidificada, paramos un rato, para ir recuperando a Sonia con el pick up y el remolque, que vienen más lentos.

Aquí la industria de la sal y sus derivados; Boro, litio, cromo etc, tiene enormes canteras de extracción en medio del saladar: Primero lo amontonan en enormes montañas, lo filtran, y van sacando todos sus derivados. Un enorme potencial en minería sin duda.

Nos internamos en el salar y en una zona del medio, hacemos una parada para palpar el impresionante campo salado. En esta parte la bestial sequedad, ha ido partiendo en bloques de tamaños pequeños el terreno y la erosión ha levantando sus aristas rizadas dejando la visión de un campo arado de dimensiones inimaginables.

La experiencia de caminar por encima de estos bloques, nos confirma que el sol ha convertido las piedras en cristal, comprobando el sonido con el paso irregular y de extremo cuidado.

Agua y tentempié, acompaña las paradas de estiramiento que oscilan sobre los diez minutos cada 70/80 kilómetros. Continuamos hasta cruzar el salar y pasamos Tilomonte y Tilopozo, nos vamos a Peine una población de 400 vecinos que se asientan cerca de Socaire, allí descubrimos la soledad del pueblo al otro lago de la sal.

En la entrada de una escasa vegetación y primeras casa de cantos con techos de paja brava, paramos ante un cartel que nos llama la atención y reza: “En este pueblo, no sobran niños maneje con cuidado”, hay muchas señales de tráfico de estas características que te hacen recapacitar más que las universales.

En el centro del pueblo, en una venta, tienda de aceite y vinagre, casa D. Abel, nos sirven la gasolina con garrafón y fonil. Una amable pareja de viejitos controlan el negocio en el pueblo y me recuerdan los nuestros, de las islas canarias de los años 30.

En una pequeña ermita de paja y cantos blancos con los techos de madera de cactus, paramos, conocimos a dos hermanitas de la comuna de la sierra, que habían venido hasta acá para celebrar el día de la cruz, con verdadera fe cristiana, su hablar nos despierta simpatías y se alegran muchísimo de nuestra visita, nos extraña que al comentario de donde venimos, pensaran que si lo habíamos hecho desde España en moto, el concepto de España la madre patria, lo tienen asignado, pero contrasta con el conocimiento y localización geográfica.

Ahora estamos entrando en la laguna Chaxa, un ecosistema que sobrevive en pleno desierto, El agua salada ha generado vida y lagartos rizados, garzas e insectos se comparten la supervivencia. El calor nos va dorando la cara, la temperatura hoy ha superado los 30º en realidad estamos a 2200 m de altura.

La tarde se va estirando y el sol nos anuncia que nos dejará antes de una hora. Emprendemos marcha y pasamos por Toconao, para enfilar los últimos 60 kilómetros hasta San Pedro de Atacama, la carretera en esta parte está más cuidada. Ala derecha de todo este inmenso desierto nos acompaña en todo el camino la majestuosidad del Volcán licancabur, que con sus 5960 m. erige el pico y el cráter en la soledad de una terrible cumbre.

El cruce que está antes de San Pedro nos indican a la derecha el Paso de Jama, uno de los más temidos pasos de montaña de los andes, frontera con Argentina, la temperatura y sensación térmica baja los -20º y si el día está despejado, el espectáculo es dantesco.

San Pedro de Atacama es un Oasis, cuyo dueño son los perros. Circular por sus recónditas calles de tierra, sus paredes de cantos de barro, nos lía en un laberinto hasta el hotel, una especie de albergue dentro de una de tantas fincas, algo cansados por el primer día de contacto, damos suspiro de alivio y deseos de ducha…

Datos a saber: El culto a la muerte en toda Sudamérica es latente, en las orillas de los arcenes levantan verdaderos mausoleos, algunos hasta le planta arbolitos que riegan y han hecho sus casetas coquetas, con todos los materiales que se encuentran, y adivinamos que vienen de visita sus familias por el cariño en los detalles de las tumbas.
Mientras en los pocos cementerios que hemos visto, las tumbas parecen carrozas adornadas y se pelean los espacios dentro del campo santo.