10 mayo 2008

ALTIPLANO.- Paseando por el cielo








Salimos temprano, a las 6,30 h ya tenemos las motos cargadas y todo listo para partir al cielo, Arequipa esta despertando lentamente a la actividad, y la aurora de la mañana deja una estampa a la catedral preciosa. Pronto dando saltos entre adoquines nos vamos escapando por el cerro colorado hacia el noroeste, a la izquierda de las cubres del “Chachani”.

Las Guaguas de la perisferia van llenas reventar de gentes que acuden a sus puestos de trabajo, la gente camina al pié de la carretera, y todo cobra de repente una inusitada actividad, Arequipa sin duda es una ciudad para volver y descubrir con más tiempo, pero nosotros el tiempo es oro y la carretera el camino que nos lleva a descubrirlo,

En poco menos de 70 kilómetros, ya habíamos subido hasta los cinco mil, la carretera con curvas largas y aceptable pavimento nos ayudaba a escalar a las cima, disfrutando de la conducción. Dejamos atrás Yura, Patahuasi, e Imata, Ahora es el cielo el que nos lleva en volandas, el paisaje del altiplano es sobrecogedor, llanuras inmensas, valles helados, Picos majestuosos, lagos ateridos. Vicuñas salvajes, ovejas

La respiración se hace difícil, hay que esforzarse en respirar profundo y lento, la falta de oxigeno nos atolondra, a partir del control de Santa Lucía, la carretera empieza a ser horrible, parches, baches y irregularidad, tenemos que ir esquivando lo que podemos, mientras los carteles rezan que estamos cerca de Juliaca

Juliaca es una ciudad horrible, no hay orden y hemos rodeado el exterior entre chatarra, calles sucias, polvo, gente que va y viene, triciclos que se te cuelas por todos lados, a la orilla de las calles ves tipos soldando escapes con soplete, gente que vende frutas en carros destartalados, perros por todas partes cruzando, camiones cayendo a trozos envueltos en nubes tóxicas, todo el desorden más inimaginable junto en la ciudad.

Ahora tomamos la panamericana. Que no es ninguna autopista, es una carretera un poco más decente, empezamos a internarnos suavemente en un valle que desciende al píe de la cordillera montañosa, estamos sobre los cuatro mil, y vemos bellos pueblitos de adobe y paja brava salpican la geografía.

La vegetación va ganando color y los eucaliptos forman pequeños bosques en las vaguadas y cerros. Púcara, Ayaviri, Santa Rosa, Nos sorprende ver niños tan pequeñajos caminando por la carretera al regreso del colegio, tocamos las pitas y nos saludan alegres al ver la caravana de motos.

Las paredes de los cerros crecen a ambos lados de los valles, gana en calidad de viviendas, y la actividad agrícola es un bien latente. Pasamos por Abra la raya, rachí, Sicuani, es aquí donde el río crece y empieza hacer espectacular, sereno y caudaloso invita hacer canoa o “rafting”

En Combapata, unas nubes descargan granos gordos de agua, dejando el tacto a flor de piel, extremamos la conducción hasta el siguiente pueblo Urcos, la lluvia devuelve el sol y pronto se nos seca el equipo motero, Una última parada para recuperar fuerzas ante los escasos cien kilómetros para Cuzco,

Andahuaylillas y Oropesa son los pueblos que dan la bienvenída a Cuzco, que nos toca con el sol de frente, otra experiencia Horrible, entrar en esta ciudad en la caída del sol, extremamos las precauciones, tocamos las pitas como descocidos, y las nubes de humo contaminante abrazan la luz del sol convirtiendo la llegada en un acceso al infierno.

No puedo ver nada, solo el parachoques del delante, gente que nos mira como si vieran extraterrestres y la calle principal bacheada y caótica, Así casi media hora hasta encontrar nuestro hotel, llegamos extasiados han sido 600 kilómetros de emocionantes e intensa actividad, nos vamos a comer algo, “Briefing”

Hoy estamos todos cansados la etapa a sido dura, y aunque pueda contarles más detalles de todas las emociones vividas me puede el sueño.
Mañana conoceremos cusco, y algunas ruinas de alrededor, acabaremos en el valle sagrado después de andar una etapa corta de 110 km.

Vamos hacer turismo de a pié los próximos días, se lo seguiremos contando desde la tierra del condor y los Incas.



09 mayo 2008

AREQUIPA.- Entre Titanes




















AREQUIPA.- Entre el Chachani y el Misti

Estaba pensando en el titular de la etapa vivida y después de barajar otros me quedo con la estampa que nos ofrece los dos guardianes de Arequipa. Los Volcanes nevados del Chachani y Misti. El otro titular era, “niebla en el desierto” Pero no justificaba la emocionante llegada a Arequipa.

Salir de Tacna fue rápido, Roberto nos dio instrucciones precisas, de cómo se conduce en Perú, hay que actuar con decisión y energía, tocar la pita para que te vean y hacerte respetar, esta lección hay que afirmarla en Arequipa pues el tráfico es más denso e inquieto.

Es increíble pensar que entrar en Perú cambiaría el escenario del desierto, pero en realidad cobra más fuerza en ocasiones. La cantidad de Dunas y llanuras hace pensar que estamos en Mauritania, pero no en la desconocida Perú, la soledad de las tierras del sur y la monotonía de un paisaje sin vegetación deprime un poco el alma.

La carretera a veces está bien, a veces bacheada, desde luego no hay autopistas, son todas de doble carril, hacemos ráfagas de luces cuando vienen camiones de frente para mostrar nuestra presencia. Nos llama la atención antes de la aduana de Tomasiri, como la carretera cruzó un antiguo cementerio, dejando tumbas y cruces desiertas a ambos lados del camino.

Siempre que realizamos más de 100 kilómetros continuados, acabamos con las paradas forzosas, para recuperar la posición de la conducción. Asier que es mi pasajero va grabando el paisaje y la caravana de motos. Cruzamos el río Lacumbe con bastante caudal de agua, las curvas empiezan a ser la tónica en los cambios de nivel, muchos camiones pesados que tenemos que adelantar con raya continua.

Roberto nos confirmó, la extrema precaución en la conducción ya que en cualquier curva te puedes encontrar a los peruanos sin señalización arreglando la carretera. Estos chicos no se quieren mucho. Dejamos el cruce de Illo a la izquierda y nos adentramos en Moquegua,

Hay que comentar que los fértiles valles, van dando otra cara al desierto y el contraste de los campos verdes, llenos de hortalizas y vacas pastando, choca con las montañas secas y arenosas que salpican toda la geografía. El río Tambo nos va acercando a la ciudad blanca de Arequipa a la que ya adivinamos las torres nevadas del Chachani, Pichu pichu y Misty.

El color de la tierra es tosca blanca, la carretera empieza a congestionarse de camiones pesados, que circulan parados, hay que ir adelantando con mucho tacto, pues no están por la labor de parar, la raya continua es amarilla y esta de adorno para todos, hay que aprovechar hasta las pequeñas curvas con visibilidad para pasar a estos monstruos.

Entramos en Ayacucho, en el control fronterizo para los vehículos pesados, han dejado un carril para las motos colgando de la carretera en medio de la valla, hay que pasar con mucho cuidado para no arrancar las maletas, último tirón hasta Arequipa.

La antesala a esta inmensa ciudad, la segunda más grande del Perú es de postal, pues las cumbres de los volcanes. Se levantan más de tres mil metros encima de la ciudad, caos circulatorio, empezamos a tocar las bocinas en todos los cruces de calles, perros, personas, motos, hemos observado que aquí hay muchas motos,

La ciudad de Arequipa nos va descubriendo su antigüedad, su asentamiento y su actividad económica. El movimiento de tráfico, de taxis enanos amarillos, de carritos de helados, de una población bastante joven y dinámica. Llegar a nuestro hotel, situado en el corazón o costado de la plaza de armas nos llevó un rato, pero pronto paramos en la puerta entre pitas y apretones de tráfico para dejar las maletas y el material.

Hubo que aligerar para llevar las motos dos cuadras detrás a un aparcamiento privado, donde dormir tranquilos con nuestras compañeras de aventuras bajo tutela.

La plaza de Armas es monumental, muy activa, la catedral y el convento de Santa Catalina labrada con tosca blanca, da una dimensión artística y turística al corazón de esta ciudad increíblemente bella. Nuestro hotel Sonesta Posada del Inca, se encuentra en un lateral de la plaza y las vistas y atenciones son muy del agrado.

Nos sacudimos la ropa de la moto y pronto estamos yendo una pequeña comitiva compuesta por Merche, Elías, Benito y yo al colegio San Juan de la Salle, Allí nos esperaba el padre Jorge Ribera hermano de nuestro amigo Carlos, nos recibió con la dirección del colegio, y agradeció el esfuerzo que habíamos realizado para intentar llevar hasta allí la medicina.

Como sabemos que la Iglesia tiene muchos y buenos contactos en todo el país, se comprometió a mover sus amistades para intentar recuperar la medicina de la aduana, Nos alegro saber que ya nos conocía y había leído la aventura a través del blog. Tras unas fotos y unos abrazos, emprendemos el regreso al centro, con la conciencia un poco más tranquila.

Damos una vuelta por las adoquinadas cuadras del centro, el bullicio y el movimiento de gente es abundante, aprovechamos para mirar las tiendas y comprar algunos detalles a los nuestros, llamar por teléfono a España y tomarnos el pizco Sauer en las terrazas.

Quedamos a las siete para cenar y con caras de cansancio celebramos mi cumpleaños con tarta de chocolate peruano y un original regalo con historia para escribir aparte, de manos de Asier y Merche, para la galería del rincón viejas glorias.

Con más ganas de dormir que de seguir de fiesta, nos fuimos al hotel a descansar, en las terrazas se oían músicas de todos los estilos, en la del hotel además Actuaba algún doble de Camilo Sesto, que nos rememoraba los años setenta.

Me comentó Merche que en los carteles anunciaban la actuación en directo de Juan Bau y Dany Daniel esa misma noche en otra parte de la ciudad y es que por mucho Internet que tengamos y móviles de última generación la sociedad arequipeña, vive en los años setenta, la radio, la televisión y los comercios ayudan alimentar esta imagen.

La Etapa de mañana será dura. Nos esperan 600 kilómetros de altiplano, de cruzar cumbres heladas y valles angostos, esperamos que el espíritu del Inca, nos proteja y nos dé fuerzas para el viaje, hemos comprado la soroche pills, unas pastillas para el mal de altura, ahora nos vamos a doblar las carpetas, que empieza el otro baile. Se acaba el desierto.

07 mayo 2008

HUMBERSTONE.- Regreso al pasado












Anoche después de llegar al hotel, nos brindaron la cena de Bienvenida y en el fragor de la buena mesa, propusimos un titular para el artículo de hoy. Con todas las vicisitudes aduaneras y el recorrido realizado desde nuestra salida de Iquique. Salieron titulares de todos los colores, profundos, emocionantes, lastimeros e incluso ausentes.

Fue este último el que decidimos tomar, nuestro querido Pedro Estévez, mantuvo el pulso a la emoción que le produjo nuestra visita a Humberstone. La ciudad salitrera del pasado. Pero vayamos por parte.

Abandonar Iquique cruzando sus calles transitadas de buena mañana, no nos llevó mucho tiempo, pronto estamos escalando la pared que da la espalda a la ciudad y nos lleva al alto Hospicio. Observamos desde la altura, el asentamiento ciudadano en todas las perisferias de las ciudades por las que hemos pasado, las chabelas mantienen y adornan las cuadras geométricas de todas las calles.

Después de repostar y dejar la última mirada a Iquique, que además goza de una gigantesca duna de 300 metros de alto a sus espaldas, dando y reforzando aun más, ese toque turístico de ciudad costera del pacifico, del que presume.

Humberstone es una ciudad fantasma, recorrer sus calles observando los detalles es puro recreo del pasado, pues la imaginación nos relata constantemente algún pasaje de la vida de lo que allí acontecía a diario. Para ubicarnos vamos descubriendo un poblado del Oeste de dimensiones enormes, realizado en madera, calles anchas, y todo tipo de detalles.

Oficinas salitreras, máquinas de vapor, tiendas de bebida, la plaza del pueblo, el teatro, con su viejos carteles en un costado del parque y enorme, todo de madera, la pulpería, el colegio con 10 aulas al más puro estilo americano, las canchas, el hospital, la piscina municipal con el estanque de hierro, máquinarias del pasado, gradas de madera, trampolín, el hotel del pueblo, los salones, el mercado municipal, todo realizado con un orden y concierto que nos quedamos encantados de un regreso al pasado bestial.

Hay que decir que el pueblo tiene más de 150 años que vivió en el unas cuatro mil personas que trabajaban en las minas de Sal. Nos quedamos con una frase que escondía una tragedia. En el interior de la pared de la iglesia, “En recuerdo de la masacre silenciada por la iglesia y el gobierno hace ahora cien años” Terrible debe ser lo que sucedió allí, y nos llena la mente de fantasmas del pasado, deambulando por la ciudad.

Ahora nos dirijimos a Huara después de dejar atrás el pozo de Almonte. La Pampa del tamarugal nos va acompañar hasta Cuya, donde el desierto empieza a ser montañoso. Los descensos de las paredes de arena son de veinte kilómetros por costado, los profundos valles y cañones nos devuelven la realidad de un país enorme lleno de soledad, dejamos atrás el río Camarones para subir a la quebrada del mismo nombre y reiniciar el descenso a chiza.

Arica esta cerca, esta última ciudad del norte esta asentada en el delta del valle de Azapa, famoso por sus olivos, es otra ciudad asentada encima de las dunas, en toda la parte norte del país y en nuestro paso por los valles, hemos entendido por que la arena llega a la cordillera, pues el fuerte viento arrastra constantemente peinando todas las gigantescas paredes del valle, formando una visión escalofriante e inhóspita.

Arica, será nuestro final de aventura, Antes entraremos a Perú tenemos que iniciar un proceso engorroso de trámites aduaneros, chile nos resuelve el paso más rápido, ahora toca la cola del Perú, un cuño, dos, tres, cuatro, cinco y seis, ahora allí, ahora allá, ahora en la otra ventanilla, ahora al señor de uniforme, pura manera de enredar a la pobre gente que no esta ducha en la administración y el papeleo.

Ahora le toca el turno a la ayuda humanitaria, las cosas pintan mal, no se puede entrar nada, el jefe inmediato, habla con el superior, le damos la carta de recomendación y empieza el baile: No se puede entrar medicamentos en este país sin permiso, eso lleva otros trámites, estira y encoge, nos niega casi todo, llaman a otro superior y acaba bajando toda la corte diplomática del estado del Peru, para negarnos la entrada a unas simples y gratificantes cajas de medicina, que al final son requisadas por su bondad y celo. Podemos pasar los juguetes para los niños, en una sola caja de cinco grandes.

Sin entender bien la situación decidimos continuar sin ayuda humanitaria y con voluntad, nuestro gozo en un pozo, como diría Elías en su titular. Regalar es caro, lo sabemos y así les va a los países pobres. Al final el filtro se merma a favor de los menos necesitados. La diferencia entre el quiero y el puedo es una muralla insalvable, a veces.

Con cara de pena, aceptamos el sur del Perú que se abre seco y lleno de dunas, nos vamos a Tacna, la ciudad donde acabamos la Etapa. La carretera está más descuidada y pronto la ciudad es más dinámica, hemos visto muchos policías de tráfico en la entrada a la ciudad, un corredor adecentado con césped empieza a vestir las calles, llenas de publicidad.

El gran hotel Tacna está en la cuadra principal y notamos que los peruanos son más activos y cercanos, cientos de taxis circulan en caravana en todas direcciones y van conformando una actividad fuera de lo normal, después de descansar, atrasamos los relojes una hora, aquí pronto se hace de noche, hemos quedado con un cambista para cambiar soles, que es la nueva moneda y acudir a la cena de bienvenida que nos brinda moto aventura.

Restaurante Fiesta, excelente, lugar y elección, la comida exquisita, unos entrantes típicos, Cebiche, el Rocoto, la Yuca, y las excelencias del cocinero que nos va trayendo otras variedades al gusto de cada uno, Pato a la braza con salsa de nosequé, costillar de cabrito en baño de nosecuanto, carnes, pescados y un “Font de Bac” el vino que algún francés decidió apadrinar y cultivar en estas tierras.

Excelente noche de charla y camaradería, nos reforzó el valor de los buenos momentos y alimentó nuestra convicción, para continuar descubriendo una aventura que de momento será inolvidable.

Mañana, continuamos al norte, la etapa será de 400 kilómetros, por fin descubriremos la ciudad blanca Arequipa, las tradiciones, el colorido y las bondades de estas tierras, ricas en folklore, costumbres, artesanía y misterio,

Lo iremos descubriendo, poquito a poco, con la avidez del viajero que inquieto descubre el pasaje del mundo ante sus ojos, somos jinetes del tiempo y observamos la película con el guión que está escrito. Este planeta es demasiado hermoso para permanecer ausentes, la aventura cobra fuerza y nos va dando razones para seguir felices e inquietos.




LAS DUNAS DEL PACIFICO








Dejamos San Pedro, a las nueve de la mañana, la noche estuvo bastante fría, encarrilamos al altiplano de nuevo pues debemos subir hasta los 3000 m. para cruzar esa parte de la meseta que nos lleva a Calama. Rectas interminables se suceden entre valles impresionantes de tamaño, aquí el color de la tierra es negro, es picón fino, la ceniza de los volcanes que arrastrado el viento cientos de kilómetros.

Calama es una ciudad industrial y minera con su propio aeropuerto, que mide el pulmón económico de esta parte del norte, su situación geográfica le hace cruce de caminos de muchas otras ciudades, en Chuquicamata, descubrimos la mano de los americanos para extraer la mina, han removido millones de toneladas de tierra, para convertir en gigantescas montañas de cientos de metros de altura.

Después de un paso de cordillera, empieza el descenso en línea recta por lo que se me antoja llamar el desierto de los Torreones, han ambos lados de la carretera nos acompañan cuatro filas de torreones eléctricos que cada 200 metros se multiplican por cinco. En casi doscientos kilómetros de descenso interminable.

Cada cruce de carretera se repite la misma estampa, señales que indican la reducción de velocidad y cuatro o cinco recuerdos de tumbas de que ha perdido la vida en esta carretera, apostadas en casetas decoradas con flores de papel y montón de decorados para las ánimas, de los que se fueron.

Después de María Elena nos metemos en un descenso fuerte con peligrosas curvas sin visibilidad y camiones que suben los puertos lentamente y cargados, una vieja locomotora sube la cuesta por el costado de la ladera, su comunicación enlaza las minas de estas gastadas montañas que huelen el mar, cercano.

Tocopilla. Delante de nosotros se nos presenta la ciudad de Tocopilla, barrios altos de maderas y calles sin arreglar, muchos coches y un poco de caos circulatorio, y peatonal.
El Pick up de Sonia, llega a la estación de reportaje, saliendo llamas de fuego, por los frenos delanteros, alarma y intento en vano de que funcione el extintor de la gasolinera, que no se acuerdan que había que revisarlo todos los años, al final solucionamos los pequeños desperfectos con agua y continuamos por la costa

Cobijados por la pared alta que nos va acompañar los 230 kilometros hasta Iquique, donde concluimos el final de la etapa, Punta guamillos, punta de Uros, paquita, Punta Arenas, cientos de nombres, nos enseñan los puntos costeros, de esta cara del pacífico, que nos va metiendo la humedad del mar en el rostro, el túnel de galleguillos acojona, pues las paredes internas no están recubiertas, y su tamaño viste la noche oscura.

Cuipana, San Marcos, Punta lobos, ahora cruzamos la desembocadura del río Loé, la pared de Risco que se acerca al mar y se aleja tiene por zonas más de 1000 m. de altura y conforman un murallón impenetrable hacia el interior del continente.


Las grandes playas empiezan a vestir la costa, el viento del océano no es muy agradable en esta época, pero el contraste de la cantidad de casetas de madera que salpican todas las playas, justifican un verano alegre, Ahora son kilómetros de dunas las que corren a ambos lados de la carretera, llegando al aeropuerto de Iquique, nos sorprende como la arena ha ido escalando la pared del risco y formando dunas que llegan hasta las cumbres

En muchos puntos es tan grande el grosor, que se levantan a más de quinientos metros y la dimensión vertical de la duna acongoja, los millones de kilos de arena que ha trasportado el viento a lo largo de los siglos hacen de la visión un dantesco espectáculo.

Iquique es una ciudad puerto Franco, tenemos que pasar aduanas en la entrada de la ciudad, torres de Edificios en medio de la cortina de humedad que levanta el océano pacifico nos va descubriendo una ciudad grande y turística, después de acomodarnos en el hotel, nos fuimos de paseo por la avenida, la noche llega a las 6 de la tarde y choca ver los trabajadores currando con luces

La ciudad se olvido las aceras, la infraestructura urbana da pena, caminamos cinco kilómetros para encontrar algún restaurante o bar de tapas donde cenar algo, una larga calle de edificios de madera de colores, nos antoja ciudad estudiantil, con paseo peatonal, muchos hostales y academias se rifan estos espacios, Nos merendamos unos crepes y montaditos y una ración de “Cristal” y ha desandar el camino para el descanso del día.

Mañana, entramos en Perú, antes, nos queda la propina del desierto de Atacama, 380 kilómetros de etapa, dejamos el pacifico, para descubrir otras formas de la cordillera, esperaba otra visión del océano pacífico, a veces bravo a veces tranquilo pero intenso y enigmático. El equipo esta respondiendo fantásticamente y a pesar de la monotonía de algunos tramos, estamos disfrutando de una aventura en moto diferente.

Esperamos llegar al norte, este desierto tan árido nos va mermando la visión y dejando una tediosa indiferencia, chile es tan largo como lo vemos en el mapa, no se acaba nunca, su único enemigo geográfico es Perú pues a sus espaldas la cordillera andina conforman un infranqueable bienestar con sus otros vecinos.




05 mayo 2008

SAN PEDRO.- La ciudad de los perros










Continuamos en el día anterior, hemos estirado y sacudido con la ducha los 420 km de la ruta de hoy, nos programamos para ir a cenar y cambiar pesos en el pueblo.
Sorpresa, San Pedro de Atacama tiene un encanto especial en el desierto, ha este lugar se han ido arrimando hippy y bohemios, se ha llenado todas las calles de comercios, bares, tiendas de aventuras, agencias de cambio, pizzerías, las calles de tierra son estrechas y de color chocolate, y hay un ambiente por las calles increíble. Mucha gente paseando, que te preguntas, de donde ha salido tanta gente.

Con un lomo a lo pobre, o pollo al horno. Un garnacha tinto, Caserío del diablo. Una enorme hoguera vestía el centro de aquel restaurante, la música de las flautas los tambores y el cuatro, pusieron el broche a una bonita noche de experiencias compartidas. Mañana partimos a los geisers del Tatio sin motos.

A las cuatro de la mañana y abrigados hasta los dientes, nos recogió el micro bus de Antonio, un chileno resuelto que se presentó a tales horas para indicarnos: Buenos días, mi nombre es Antonio nosequé, soy vuestro chofer guía, vamos a subir a los Geiser del Tatio, están a 4400 m. de altura. La carretera está muy mala y el trayecto dura unas dos horas y media, tenemos que estar allí antes que salga el sol, para disfrutar del espectáculo natural.

Y empieza el baile, no me acuerdo cuantas curvas ascendimos ni cuantos ríos cruzamos, solo sé que en la negra oscuridad de la noche estos detalles no nos pueden quitar el sueño, así que entre bamboleos y polvo del camino, llegamos ha las 6,30 al destino, la orilla del gigantesco cráter de fumarolas.

Parada para las necesidades matutinas y briefing de Antonio: Prohibido totalmente tocar el agua, podríamos sufrir quemaduras de primer grado, Intentar no respirar los vapores de los geisers, y caminar con cuidado por en medio no vayan a marearse y meterse en
Uno, hirviendo.

Primera bofetada de la mañanita, -15º grados, saltitos y sacudidas y 10 km más hasta el interior del cráter el día va aclarando y las fumarolas de los geisers llaman la atención, cientos de ellos. La tierra también tiene frío está como nosotros, helados y expulsando vapor sin remedio.

Aclimatarse a la altura, no es fácil, y entre el frío y el peso del altiplano, nos vamos haciendo la idea de lo que nos espera en Peru. Antonio nos prepara el desayuno al aire libre y helado mientras nosotros vamos paseando por todos los geiser para ver tremendo espectáculo.

Chocolate caliente al natural, mete las bolsas de tetrabrik en el agua hirviendo de los charcos, y en un par de minutos leche caliente que nos va aclimatando rápido, curiosidad ver meter los huevos a sancochar en cinco minutos en las charcas.

El sol alumbra la copa de los volcanes que nos rodean: el Putana, el volcán apagado, el Sairecabur y el Tatio forman el circo de alrededor de esta parte del altiplano, desde sus cumbres nevadas nos observan, con mil quinientos metros más de altura sobre nosotros.
En cuanto el sol rompió alumbrar, fue un momento mágico, las fumarolas blancas estiraron el vapor a cientos de metros de altura, el chute de adrenalina nos hizo saltar de alegría, y la sensación de estar asistiendo a un espectáculo único de la naturaleza nos embargaba la emocionante mañana helada.

Continuamos hacia otra parte de los geiser para visitar el mayor de ellos, y la piscina natural, osadía de algunos valientes que no dudaban en meterse en las terapéuticas aguas termales a pesar del frío de afuera. El ensordecedor ruido que hacía el geiser mayor nos devolvió el recuerdo del demonio dormido de los volcanes.

Sensación de mareos y pesadez, andar despacio y respirar pausados, nos metemos en el micro para el descenso que viene, visita a Machuca, bajando el altiplano, un pueblo de cuarenta habitantes con una sola calle, donde descubrimos el milagroso efecto del agua bendita, se llama “chachamaco” y tras ingerir la taza que nos prepara el paisano empezamos a sentirnos muy bien.

Probamos unas empanadas de queso de cabra hechas por la paisana delante de nuestros ojos, paseamos por la única calle del pueblo y comimos unos pinchos de carne de llama a la braza, ricos y sin sal. Fotografiamos a los rebaños de llamas que pastaban libremente por los campos y continuamos la vuelta a San Pedro, en el descenso cruzamos el río purifica que significa agua fría y el río puritana que es agua caliente.
Los cactus están protegidos y se asientan a orillas de las laderas escarpadas y barrancos que descubrimos ahora en la bajada, pronto llegamos al hotel sobre las 12,30h tarde libre para salir con las motos a las cinco de la tarde a visitar el valle de la luna.

Podría buscar mil detalles de este pueblo, para trasmitirles a ustedes, lo que más me llamó la atención y por eso justifico el titulo es la cantidad de perros que pasean por las calles como Pedro por su casa, fotografié a cinco perros aparcados durmiendo en batería uno tras otro y confirmamos que en estos comercios, los italianos, alemanes, aventureros y hippys han buscado una razón para quedarse.

Repostamos y partimos para el valle de la luna, un paseo de 20 km a las afuera de San Pedro para seguir adivinando las bondades de la tierra, entramos por unos escarpados cañones naturales de tierra caliza, y se nos fue descubriendo delante de nosotros las dunas de arena negra que contrastaba con el silencio de un valle blanco de sal, cerrado por caprichosas formas geológicas de picos.

Nos dimos una caminata hasta la cumbre de la duna y disfrutamos de la belleza del lugar, una especie de tierra dormida bajo algún hechizo, el milagro se produce cada vez que la luna llena despierta, se viene a dormir a este valle, y continua el encantamiento por los siglos de los siglos.

Mañana nos toca volver a descender a la costa en dirección a Calama, para llegar a Tocopilla debemos arribar a Iquique nuestro lugar de destino sobre las 4 de la tarde son 480 km De etapa, compartidos entre desierto monótono y costas. Se lo contaremos.

Veo las noticias por la tele. El volcán chaitén se ha puesto bravo de erupciones han evacuado futaleufu y puerto Mont, las cenizas cubren más de veinte centímetros de espesor. Y los especiales noticieros al más puro estilo latino dedican muchos minutos a esa cobertura, estamos tranquilos de momento, pues la provincia de Paleme en la región de Patagonia hasta muy al sur, a medio día de vuelo y nosotros partimos al norte.




ATACAMA. El desierto de Cristal








9 H. chilena.

Salimos del hotel en el primer contacto con las motos, para los que no acostumbramos a ir con maletas, esta primera novedad, nos condiciona a afinar el tacto y el paso.
La marca bávara inspira mucha confianza en cualquier motero del mundo, por ello la tranquilidad y fácil adaptación a las motos es el primer síntoma.

Pronto enfilamos al noroeste, en dirección a Calama, dejamos atrás Antofagasta, y nuestra primera parada fue ante el monolito el trópico de Capricornio, de ahí a Baquedano para tomar la pista que nos lleva por el desierto a San Pedro de Atacama.
Las pistas son de ripio, y detectamos que el único tráfico que mueve esta zona es el del transporte de minería.

Roberto marca un buen ritmo de crucero, con una media de 100 kilómetros horas. A la que se une la caravana sin mayores problemas, despues de rodar por las inmensas llanuras subiendo lentamente al desierto, descubrimos un paisaje árido y sobrecogedor, aquí no nace nada.

En estos parajes no tuvo Dios compasión y compró el diablo todas las tierras, La bocina de los camiones o las señales con las manos son muestras de simpatía a la que correspondemos como buenos visitantes. Pasando el cordón montañoso de Arana, y los llanos de la paciencia para descender de nuevo por el inmenso puerto de la cordillera de la sal.

Ahí se nos abre la visión del Salar de Atacama. Una enorme extensión de más de cincuenta kilómetros de ancho, que parece nieve solidificada, paramos un rato, para ir recuperando a Sonia con el pick up y el remolque, que vienen más lentos.

Aquí la industria de la sal y sus derivados; Boro, litio, cromo etc, tiene enormes canteras de extracción en medio del saladar: Primero lo amontonan en enormes montañas, lo filtran, y van sacando todos sus derivados. Un enorme potencial en minería sin duda.

Nos internamos en el salar y en una zona del medio, hacemos una parada para palpar el impresionante campo salado. En esta parte la bestial sequedad, ha ido partiendo en bloques de tamaños pequeños el terreno y la erosión ha levantando sus aristas rizadas dejando la visión de un campo arado de dimensiones inimaginables.

La experiencia de caminar por encima de estos bloques, nos confirma que el sol ha convertido las piedras en cristal, comprobando el sonido con el paso irregular y de extremo cuidado.

Agua y tentempié, acompaña las paradas de estiramiento que oscilan sobre los diez minutos cada 70/80 kilómetros. Continuamos hasta cruzar el salar y pasamos Tilomonte y Tilopozo, nos vamos a Peine una población de 400 vecinos que se asientan cerca de Socaire, allí descubrimos la soledad del pueblo al otro lago de la sal.

En la entrada de una escasa vegetación y primeras casa de cantos con techos de paja brava, paramos ante un cartel que nos llama la atención y reza: “En este pueblo, no sobran niños maneje con cuidado”, hay muchas señales de tráfico de estas características que te hacen recapacitar más que las universales.

En el centro del pueblo, en una venta, tienda de aceite y vinagre, casa D. Abel, nos sirven la gasolina con garrafón y fonil. Una amable pareja de viejitos controlan el negocio en el pueblo y me recuerdan los nuestros, de las islas canarias de los años 30.

En una pequeña ermita de paja y cantos blancos con los techos de madera de cactus, paramos, conocimos a dos hermanitas de la comuna de la sierra, que habían venido hasta acá para celebrar el día de la cruz, con verdadera fe cristiana, su hablar nos despierta simpatías y se alegran muchísimo de nuestra visita, nos extraña que al comentario de donde venimos, pensaran que si lo habíamos hecho desde España en moto, el concepto de España la madre patria, lo tienen asignado, pero contrasta con el conocimiento y localización geográfica.

Ahora estamos entrando en la laguna Chaxa, un ecosistema que sobrevive en pleno desierto, El agua salada ha generado vida y lagartos rizados, garzas e insectos se comparten la supervivencia. El calor nos va dorando la cara, la temperatura hoy ha superado los 30º en realidad estamos a 2200 m de altura.

La tarde se va estirando y el sol nos anuncia que nos dejará antes de una hora. Emprendemos marcha y pasamos por Toconao, para enfilar los últimos 60 kilómetros hasta San Pedro de Atacama, la carretera en esta parte está más cuidada. Ala derecha de todo este inmenso desierto nos acompaña en todo el camino la majestuosidad del Volcán licancabur, que con sus 5960 m. erige el pico y el cráter en la soledad de una terrible cumbre.

El cruce que está antes de San Pedro nos indican a la derecha el Paso de Jama, uno de los más temidos pasos de montaña de los andes, frontera con Argentina, la temperatura y sensación térmica baja los -20º y si el día está despejado, el espectáculo es dantesco.

San Pedro de Atacama es un Oasis, cuyo dueño son los perros. Circular por sus recónditas calles de tierra, sus paredes de cantos de barro, nos lía en un laberinto hasta el hotel, una especie de albergue dentro de una de tantas fincas, algo cansados por el primer día de contacto, damos suspiro de alivio y deseos de ducha…

Datos a saber: El culto a la muerte en toda Sudamérica es latente, en las orillas de los arcenes levantan verdaderos mausoleos, algunos hasta le planta arbolitos que riegan y han hecho sus casetas coquetas, con todos los materiales que se encuentran, y adivinamos que vienen de visita sus familias por el cariño en los detalles de las tumbas.
Mientras en los pocos cementerios que hemos visto, las tumbas parecen carrozas adornadas y se pelean los espacios dentro del campo santo.