16 mayo 2008

Del Cielo de Puno al mar de Arica












Me desperté en el hotel de Puno a las 3h. de la madrugada, no podía dormir, me faltaba oxigeno, el paseo por el lago y el ambiente de esta ciudad me dejó caos, a la mayoría de los compañeros también les afecto la noche, pesada e ingrata, nuestro compañero Pedro sería la primera baja de la aventura, acabó la etapa anterior ardiendo fiebre y no pudo recuperarse para la última.

Nos comentaron antes de la salida, que bajaría el termómetro a -5º Efectivamente las previsiones no fallaron, una helada impresionante nos acompañó a lo largo de más de cien kilómetros de paseo por el lago, las cunetas de las carreteras y los campos de la ribera estaban cubiertos por una capa de escarcha helada.

Pasamos por Acora, llave, Juli y Yunguyo acabando en desaguadero el río que como su nombre indica desagua el lago y sirve de frontera con Bolivia. Aquí empieza la otra apuesta pues tenemos que ascender hasta los cinco mil metros de altura durante más de 200 kilómetros para luego bajar hasta el mar, todo en unas horas, después de haber vivido tantas experiencias en esta aventura, esa parecía la propina final.

Remontamos el altiplano hasta el punto más alto del recorrido pasito grande, aquí el GPS nos indicaba que estamos a 4872m. de altura, paseando con la moto, realmente sobrecogedor, un frío de altura, no te permite quitar el casco, el paisaje lunar se tiende aun más hasta las cercanas montañas, mostrando unos escenarios de película de Marte.

Empieza el descenso y es ahí donde nos damos cuenta de la altura en que estamos toda la otra parte de la cordillera se ve más abajo, la sensación es inexplicable, pero vamos descendiendo por unos paisajes inhóspitos y llenos de relieves, la carretera es buena y el radio de las curvas invita a relajarte en la conducción.

La laguna lariscota mantiene el espejo del cielo estática y sin vida apreciable, El descenso se hace divertido, a lo que Roberto como guía decide relajarse y tirar en la conducción, Huayapujo, chilligua, pueblitos que van salpicando el descenso, Cuajote, Torata, samegua y hasta la entrada en Moquegua donde volvemos a llenar los tanques.

Todo sea dicho, hemos bajado a un ritmo bastante ligero, y en algunos momentos hasta peligroso, ya que las curvas tenían esas manchas negras que dejan los camiones que te vas encontrando de frente en su devenir de alturas. A Dios gracia quedó en la anécdota como estiramiento y premio a tantas rectas y monotonía.

Volver desde Moquegua a Tacna es desandar el camino hecho, desde la otra cara, así que mucha paciencia pues el desierto empieza a repetir un escenario que ya conocemos, largas rectas interminables, desierto de arena que se nos pierde la mirada en la distancia, monotonía de unos espacios olvidados por la civilización.

Tacna nos devuelve a chile, otra vez, control aduanero y pase usted que va de giri, lamentablemente las fronteras son inevitables, pero resultan un caos a los que tienen que devenir entre las dos últimas ciudades de los diferentes puntos. Arribamos a Arica, sobre las seis de la tarde.

Dejamos las motos en el hotel, y nos dimos unos abrazos de satisfacción, por el deber cumplido, fueron 3700 km. De autentica carretera sin escrúpulos, 12 días de aventura controlada, mil millones de fotogramas, y miles de sensaciones que intentaremos digerir los próximos días, toda una agradable experiencia con un grupo de amigos fantásticos.

Cena especial de despedida, palabras expuestas por todos a lo que se nos antoja inolvidable, forma de conocer mundo, hacer amigos, recorrer espacios olvidados, volar por los cielos más altos del planeta, intercambiar culturas y llevar nuestra moto solidaria con los hechos y experiencias relatadas, volveremos dijeron muchos, volveré juramos otros.