13 mayo 2008

OLLANTAYTAMBO.- Los niños nos sonrien























Hoy hemos tenido un día especial, hemos arrancado sonrisas, hemos inyectado pequeñas dosis de felicidad a tanta gente, niños, mayores, ancianos, con tan poca cosa, como brota la alegría en la las personas, pudiera decir que hemos cumplido con la moto solidaria, llevado el mensaje de amistad y arropo a la base del pueblo.


Nos tomamos unas horas más de tiempo en la cama, para recuperar fuerzas, ya que realmente estamos haciendo un verdadero sprint en toda la aventura, las etapas largas se complementan con las visitas culturales y la noche muere temprano, así que descansar unas horas más por la mañana nos vino bien.

A las nueve de la mañana, vino el microbús a buscarnos con Ruth, la guía que ya nos presentó Cusco y nos acerco la realidad histórica del pueblo Inca, pronto nos fuimos a Pisaq unos setenta kilómetros al otro lado del valle Sagrado, allí vimos otras ruinas interesantes y nos fuimos al mercadillo del pueblo.

Habíamos llevado varias bolsas de regalos para los niños, poder conectar con la infancia en primera persona nos otorgó una satisfacción muy agradable, me llamo mucho la atención el mercadillo agrícola y artesanal, una versión histórica de los que tenemos en canarias, la fruta de todos los colores y sabores, se vendía de todo lo imaginable, la gente en este pueblo monta los mercadillos los domingos, pero este además era especial, por ser día de las madres en todo el país.

Entre observaciones y regateos compramos chucherias con el tipismo de acá, comimos truchas artesanales, frutas extrañas como el maracuyá o el pepino en fruta, miles de puestos y ventorrillos, donde se vendía desde Hojas de coca hasta cochinilla, el pulmón económico de este pueblo sin duda es el mercadillo al turismo, del fin de semana.

Nos fuimos a Urubamba a comer en un bufet y de allí nos llevaron a Ollantaytambo para ver sus ruinas y sus fiestas anuales, fue aquí donde quede maravillado, con la esencia pura de las tradiciones, una decena de comparsas con trajes de disfraces interpretaban danzas y desfiles con el colorido y el sonido característico de un pueblo con mucha esencia cultural.

Los niños se manifestaban alegres y agradecidos por los regalos que les dimos, lo estaban además por las fiesta principales del pueblo, el sonido de las comparsas lo compartíamos con unas chichas, cerveza de millo, un poco rara de sabor pero auténtica, en las casas que se vendía chichas colgaban de una caña unas bolsas rojas para llamar la atención

Regalamos cientos de cepillos de dientes, y Carlos naranjo se pasó todo la tarde sacando fotos en primer plano de los niños. Que encontraba una verdadera colección de caras felices, Las fiestas eran del cristo de Huarapanquy y es tradicional todos estos ritos ancestrales donde las comparsas tratan de satirizar a la religión católica.

Me llamo mucho la atención como combaten el frío durante la fiesta, colocan troncos de árboles gigantes en la plaza y le prendían fuego, así la brasa se convertía en la mejor estufa natural, como estamos contentos se nos ocurrió alquilar tres triciclos con motores de motos pequeñas y nos pasearon por el pueblo entre risas y fiestas.

El último acto generoso del día fue llevar al hospital, aquí se llama casa de postas. Todo el material humanitario que nos quedaba, cuatro bolsas de regalos de diferentes índoles desde juguetes para los niños hasta cepillos de dientes y pastas. Que habíamos conseguido burlar a la aduana peruana.

El doctor de guardia, nos atendió y agradeció profundamente el detalle, posó para la foto con nosotros y nos dedicó todo el tiempo que pudo. Salimos inmensamente felices de haber concluido una jornada completa de interacción total con los más necesitados.


Mañana toca una etapa dura de 450 km. Volvemos a cruzar el altiplano para dirigirnos a Bolivia, el lago Titicaca es nuestra penúltima visita, se lo seguiremos contando,